Bienvenida


No es fácil vivir en este terreno sordo. La misma tierra entume la mente, la penetra y enajena. El hoyo negro crece, y vaya que envuelve. Hoy me levanté intentando disfrutar de los primeros parpadeos. Agotada, (realmente de no sé qué) asomé los ojos por la ventana, y miré con prisa si ya había salido el sol. Cuando bajé la mirada me percaté de cómo el polvo se impregnaba cada vez más en el vidrio...

Olvidar qué es lo que se quiere no es tan difícil, lo que sí complica todo es tener que seguir adelante. Caminar, moverse entre la misma gente, el señor que pide limosna en lugar de trabajar, el estudiante que le arrebata a una anciana el lugar en el camión y cierra los ojos haciéndose el dormido, para que nadie lo moleste, para que nadie logre intimidar su patética realidad. Ser jodido o estar jodido... vaya diferencia.


Llegas a la escuela , sonríes, haces como si la vida fuera perfecta, como si supieras que tienes que estar en ese lugar, aunque en el fondo te sientes harto. Esa controversia entre tu ego y tus demonios te vuelven frágil, pero lo ocultas con gestos. Te alimentas, observas el reloj y son las 12 de la tarde. No sucede nada, sólo regresas al salón a escuchar una historia más. A veces nadie te ve, estás solo.

En la memoria, entierras el recuerdo, lo atas a la corteza de tu cerebro... pero es el equipaje el que lastima. Es pensar en el instante específico, en ése en que entregaste los nervios, la sangre, la ropa y el silencio.La satisfacción es menor comparada a la nostalgia.

Sales corriendo. La fatiga absorbe cualquier destello de razón. Como animal, abrazas. Se enfría el aire, cubres con tus dedos la pobreza de tu rostro.

Los párpados se cierran. Mañana saldrás. Duele saber más que los otros, pero evitas demostrarlo. El hoyo expande su frontera. Casi toca tus labios, pero prefiere ver cómo te agotas esperándolo...

This entry was posted on miércoles, 11 de enero de 2012. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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